sábado, 18 de junio de 2011

INTELIGENCIA SOCIAL Y EMOCIONAL



El aprendizaje social y emocional es el proceso mediante el cual los niños y los adultos adquieren los conocimientos, actitudes y las habilidades necesarias para reconocer y manejar sus emociones, demostrar interés y preocupación por los demás, formar buenas relaciones, tomar decisiones responsablemente y a manejar los desafíos en situaciones de manera constructiva.
Aunque el aprendizaje social y emocional no es un programa específico, hay muchos programas disponibles que son identificados por usar las habilidades del aprendizaje social y emocional y proporcionan su educación y ofrecen oportunidades para practicarlas y aplicarlas.
La capacidad para usar las habilidades emocionales y sociales se promueve en un contexto de seguridad y apoyo escolar, familiar y de aprendizaje de la comunidad en el que los niños se sienten valorados y respetados y se conectan bien y se motivan para aprender.

Ser competente en el aspecto social y emocional es fundamental no sólo para el desarrollo social y emocional, sino también para su salud, el desarrollo de las cuestiones éticas, ciudadanas, el desarrollo de la motivación al éxito y también el aprendizaje académico.

Existe mucha información que indica que muchos niños se enfrentan con importantes obstáculos sociales y emocionales y con limitaciones de salud mental que obstaculizan su éxito en la escuela y en la vida.
Además, muchos niños se comportan con conductas desafiantes que los educadores deben atender para poder brindar una enseñanza de alto niveles. La encuesta de 2005 acerca de los riesgos del comportamiento en la juventud (en Estados Unidos), indica que: el 6% de los jóvenes de entre 14 y 17 años no asistieron a la escuela durante uno, o más, de los últimos 30 días porque se sintieron inseguros en la escuela o en su camino de ida o de regreso de la escuela.

El 7.9% de estos jóvenes dijeron que se habían sido amenazados o herido con un arma en la escuela en ese mismo periodo de tiempo.
El 28.5% de los jóvenes dijeron que se habían sentido tan tristes o desesperados casi cada día durante dos semanas o más, en los últimos 12 meses, que dejaron de hacer alguna actividad habitual durante ese tiempo.
El 13% de jóvenes dijeron que habían hecho un plan para intentar suicidarse durante ese periodo.

La información en los recursos de desarrollo que se considera importante para la salud mental y el desarrollo socio-emocional de los niños también es causa de preocupación.
Una encuesta de 202 comunidades norteamericanas, elaborada por el Search Institute en el 2003, indica que: solo el 29% de los niños del grado 6 al 12 piensan que sus escuelas les proporcionan un ambiente en donde se sienten apoyados y cuidados.
El mismo porcentaje afirma que las personas que los conocen bien dirían que son capaces de planear por adelantado y de tomar decisiones.
La información reportada por el Illinois Children’s Mental Health Task Force en su Informe Final de 2003 afirma que: al menos 1 niño de cada 10 padece un trastorno mental que le causa serios problemas en su desarrollo en la casa, en la escuela y en la comunidad.
Entre el 70 y el 80% de los niños con necesidades no reciben los servicios de salud mental adecuados.
Entre el 25 y el 30% de los niños norteamericanos sufren problemas de adaptación en la escuela.
El 32% de los niños (incluyendo aquellos de edades entre los 12 y 48 meses) de 10 centros infantiles en Chicago presentan síntomas de conductas problemáticas.
El 14% de los estudiantes de entre 12 y 18 años dicen haber sido molestados o sufrido acoso escolar en los 6 meses anteriores a la entrevista.

El proporcionar a los niños con un programas de aprendizaje social y emocional (SEL) que se caractericen por entornos seguros, cariñosos y por ambientes de aprendizaje bien organizados, que les enseñen habilidades sociales y emocionales; ayuda a superar muchos de éstos obstáculos de aprendizaje, gracias al establecimiento de vínculos con la escuela, a la disminución de los comportamientos de riesgo y a la promoción del desarrollo positivo y por tanto, influenciando de manera positiva los logros académicos.

El aprendizaje social y emocional es fundamental para el éxito en la vida y en los estudios de niños y jóvenes.

Nuestras emociones y nuestras relaciones interpersonales afectan lo que aprendemos, y cómo lo aprendemos, y cómo utilizamos lo que aprendemos en el trabajo, en la familia y en la comunidad. Por un lado, las emociones nos permiten generar un interés activo por aprender y nos ayudan a mantener nuestra responsabilidad con este interés.

Por otra parte, el estrés y un deficiente control de impulsos interfieren con la capacidad de atención y la memoria y contribuyen a desarrollar conductas que perjudican el aprendizaje. Además, aprender es un proceso intrínsecamente social e interactivo: ocurre en colaboración con su profesor, en compañía de sus compañeros y con el apoyo de su familia.

Por tanto, la capacidad de reconocer y manejar las emociones y establecer y mantener relaciones positivas, tiene un impacto tanto en la buena preparación para aprender como en la capacidad de aprovechar las oportunidades de aprendizaje. Debido a que los entornos seguros, cálidos y bien organizados son esenciales para el dominio de las habilidades del aprendizaje emocional y social (SEL), también son esenciales para el éxito de los niños en la escuela y en la vida.

Las competencias socio-emocionales, y el motivador ambiente de aprendizaje en que son enseñadas, fomentan la resistencia de los niños aquellos que identificaron comportamientos de riesgo, y aquellos en riesgo que ya exhiben problemas de tipo emocional o social y que por tanto necesitan un apoyo adicional.

Capacidades que tienen los niños y jóvenes que cuentan con habilidades sociales y emocionales.

Los niños y jóvenes con habilidades sociales y emocionales tienen capacidades en cinco áreas fundamentales:
Son consientes de sí mismos. Son capaces de reconocer sus propias emociones, de describir sus intereses y valores y de juzgar objetivamente sus puntos fuertes. Tienen una sólida confianza en sí mismos y miran al futuro con esperanza.
Son capaces de controlar sus emociones. Pueden controlar su estrés y sus impulsos y perseverar para superar obstáculos.
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Son capaces de medir los progresos conseguidos en la búsqueda de sus metas personales y académicas, así como de expresar sus emociones de manera apropiada en una amplia variedad de situaciones.
Son conscientes de su entorno social. Son capaces de comprender las perspectivas de los demás, de sentir empatía y de reconocer y apreciar las semejanzas y diferencias tanto entre individuos como entre distintos grupos sociales. Son capaces de salir a buscar y de utilizar apropiadamente los recursos familiares, escolares y de la comunidad.
Tienen buenas habilidades para relacionarse con los demás. Pueden establecer y mantener relaciones saludables y gratificantes basadas en la cooperación. Son capaces de resistir presiones sociales inadecuadas; de prevenir, gestionar y resolver de forma constructiva conflictos interpersonales; y pedir y dar ayuda cuando es necesario.
Son capaces de tomar decisiones de forma responsable en la escuela, en casa y en la comunidad.
Cuando toman decisiones, toman en cuenta las normas éticas, las preocupaciones de seguridad, las normas sociales apropiadas, el respeto hacia los demás y las probables consecuencias de las distintas posibilidades de acción.
Aplican su capacidad de toma de decisiones en situaciones académicas y sociales y se sienten motivados a contribuir al bienestar de sus escuelas y de sus comunidades.

Métodos utilizados en el aprendizaje social y emocional.

Los métodos más eficaces para enseñar las habilidades sociales y emocionales son activos, participativos y agradables. A continuación damos algunos ejemplos:
A los niños y niñas pequeños se les puede enseñar a través de representaciones y entrenamientos a reconocer cómo se sienten y cómo puede sentirse otra persona.
Impulsar el uso de las habilidades para la resolución de conflictos, y el uso del diálogo para guiar a los estudiantes en cada paso, pueden ser un método efectivo de aproximación para enseñarles a aplicar una habilidad a una nueva situación.

En las reuniones celebradas en las clases, los alumnos pueden practicar la toma de decisiones grupales y el establecimiento de normas.
Los estudiantes pueden aprender cooperación y a trabajar en equipo a través de los deportes en equipo y juegos.
Los estudiantes mejoran su comprensión de un evento histórico o actual si lo aplican a un conjunto de preguntas basadas en un modelo de resolución de problemas.
Las ayudas o asesorías que se dan los niños de distintas edades, en los casos en se junta a un estudiante que es más grande con otro más joven, pueden ser eficaces para desarrollar la auto-estima, el sentido de pertenencia y mejorar las competencias académicas.
Hacer que un miembro de una pareja describa una situación a un compañero/a, y que el mismo le repita lo que escuchó, es una herramienta efectiva para enseñar a escuchar de manera reflexiva.

En este video, Elsa Punset nos da motivos más que justificados que ratifican lo que aquí se ha comentado.




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